
¿Es posible una Administración de Justicia imparcial?
⚖️ Administración de justicia y objetividad
La administración de justicia ha sido una de las grandes aspiraciones de la humanidad desde sus orígenes, concebida como el mecanismo para resolver conflictos y garantizar derechos de manera objetiva e imparcial. Sin embargo, este ideal siempre ha sido realmente una entelequia, dado que la justicia es diseñada, impartida y controlada por seres humanos con percepciones, valores, condicionamientos propios y contextos específicos.
🧠 Subjetividad en la práctica judicial
Los jueces y magistrados no son entes aislados de la sociedad:
- Ideologías, acervos culturales, género, clase social y experiencias vitales influyen en sus decisiones.
- El acceso desigual a la carrera judicial ha generado históricamente una justicia elitista, más sensible a determinados sectores sociales que a otros.
- Los estudios de psicología jurídica confirman que ningún proceso de deliberación humana está libre de sesgos.
De ahí que limitar la selección de jueces a los méritos académicos y la experiencia técnica, sin evaluar los factores sociales y psicológicos, suponga mantener un sistema que reproduce desigualdades estructurales y excluye la diversidad y las distintas percepciones de una misma realidad.
La percepción de los ciudadanos revela una crisis de confianza: casi un 78 % de la población española reconoce que la justicia no es imparcial, y cerca del 90 % considera que los políticos y los altos cargos del Estado no son tratados como ciudadanos comunes. Los ejemplos más claros, la inviolabilidad del Rey (Art 56,3 CE) y el desarrollo del Art 71 CE, por el que se establece la inviolabilidad de las opiniones manifestadas por los diputados y senadores en el ejercicio de sus funciones, cuestión que permite la difusión de bulos y la deformación de información de manera interesada.
🌍 El ideal de la justicia objetiva
En el imaginario social persiste la idea de que la justicia debe aplicarse de manera neutral, sin interferencias externas ni subjetividades, pero esta visión suele ocultar que:
- La neutralidad absoluta es inalcanzable, pues todo juez incorpora su visión del mundo. En la práctica, alcanzar una administración de justicia absolutamente objetiva se considera una utopía: el juez siempre traerá consigo su humanidad.
- En muchos países, el ideal de objetividad ha servido para legitimar desigualdades en lugar de combatirlas. El postulado liberal de neutralidad oculta desigualdades estructurales y tiende, en la práctica, a conservar el statu quo.
- La justicia debe aspirar menos a la “neutralidad imposible” y más a la igualdad real de condiciones, poniendo el foco en cómo las decisiones impactan en colectivos vulnerables.
Esta tensión entre el ideal y la realidad genera debates tanto en la filosofía del derecho como en las ciencias sociales.
🤖 Inteligencia artificial y justicia
El desarrollo de la inteligencia artificial (IA) ha abierto nuevas perspectivas sobre la posibilidad de una justicia más imparcial.
La IA aplicada a la administración de justicia podría reducir ciertos sesgos humanos mediante algoritmos capaces de procesar información de manera uniforme y transparente.
Sin embargo, este enfoque plantea un nuevo dilema: la gestión de dichos algoritmos. Surgen interrogantes en torno a quién controla y programa estas herramientas —ya sean gobiernos, corrientes ideológicas, partidos políticos o colectivos académicos— y cómo garantizar que no reproduzcan sesgos preexistentes o que creen otros nuevos.
📚 Debates actuales sobre el tema
El tema de la justicia objetiva frente a la subjetividad humana y el papel de la IA en su administración es objeto de discusión en múltiples ámbitos:
- Filosofía y teoría del derecho. El cuestionamiento de la neutralidad como mito útil a los poderes establecidos y la reivindicación de una justicia con perspectiva social.
- Psicología jurídica. Evidencias del sesgo judicial en función de raza, género o clase social, como el “black judge effect”, que muestra una mayor revocación de jueces negros en EE. UU.
- Ética de la IA. El debate no es si aplicar IA en justicia, sino cómo hacerlo de forma justa, asegurando transparencia, control democrático y participación ciudadana.
- Derecho humano a una justicia humana. Este derecho no significa rechazar la IA, sino garantizar que la última palabra no sea de las máquinas, sino de jueces formados en derechos humanos, diversidad e igualdad.
📝 Conclusiones
La administración de justicia objetiva sigue siendo un ideal más que una realidad alcanzable. Mientras los sistemas jurídicos dependan de seres humanos, estarán inevitablemente condicionados por subjetividades, valores y contextos sociales.
La incorporación de la inteligencia artificial ofrece una vía para reducir algunos de esos sesgos, pero también plantea nuevos retos éticos y políticos relacionados con la transparencia, el control y la gestión de los algoritmos.
Más que aspirar a una justicia completamente neutral —probablemente imposible—, el desafío contemporáneo radica en equilibrar imparcialidad, humanidad y tecnología, promoviendo sistemas que sean tanto eficaces como legítimos a los ojos de la sociedad.
A futuro, la propuesta de un enfoque de justicia objetiva debe de tener los siguientes atributos:
- Reconocer que toda justicia es contextual y política.
- Apostar por la inclusión social en la carrera judicial.
- Usar la IA como herramienta democratizadora, bajo control público y con algoritmos transparentes.
- Mantener el principio de que la dignidad humana y los derechos fundamentales estén en el centro de cualquier sistema de justicia, humano o tecnológico.
En definitiva, no se trata de elegir entre humanidad o tecnología, sino de construir una justicia más igualitaria, transparente y participativa, que no reproduzca las desigualdades históricas, sino que contribuya activamente a superarlas.
